martes, agosto 26, 2008
El pobre Id está hecho un desastre y Superego le reclama cordura. Mirarlo ahí, arrinconado, cansado de gritar y decir ‘Aquí estoy, no me olvides’, haciendo su último intento por salir a flote. Superego, siempre tan demandante y recto, no soporta el patético estado de Id, y hace todo para mejorarle, pero a su modo. Ambos sostienen una batalla campal para saber quien tiene la razón. Superego le grita a Id, Id le llora a Superego, y solo se dan tregua cuando se encuentran exhaustos por tanta discusión.
Mientras tanto, Ego brilla por su ausencia. Él sabe la respuesta, tiene la clave para calmar las cosas, pero decidió darse unas vacaciones por tiempo indefinido. Tanto Id como Superego confían ciegamente en Ego, creen en su palabra y aceptarán la solución que éste les proporcione.
Acá, a lo lejos, observo la escena completa, como un dios. En estos momentos Id toma una siesta, soñando en todas las cosas bellas que sabe que le esperan y buscando una manera de volverlas realidad. Superego ha comprado un par de sogas para aprovechar tremendo despiste de Id y amarrarlo para que no obstruya en sus planes, esos que todo el mundo debe tener para ser querido y aceptado. Ego, escondiéndose de ambos, toma margaritas para soportar lo que se avecina en su papel conciliador.
El panorama parece ser desolador, tan lleno de caos, que he decidido darle la espalda por un tiempo y divertirme con Álter Ego.