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.....Blog personal sobre mis extrañas cavilaciones.....

Querida hermana

lunes, noviembre 14, 2016

Querida hermana:

Hoy debo decirte, con lágrimas en los ojos, que me he sentido ofendida. Por días, por meses, por años. Que nos hemos vuelto tan diferentes que ya no logramos entendernos y eso es bastante notorio.

Me duele pensar y recordar todos esos tratos, esas palabras hirientes que te daban risa, esas ganas de molestarme hasta hacerme enojar por cualquier cosa, llega un momento en que yo también pierdo la paciencia y recurro a responder de la misma manera. Pero lo odio.

Quiero creer que esos años de ser nuestra peor enemiga han quedado atrás, que podemos mantener una conversación sin buscar herir a la otra, que si tenemos que decirnos algo que no nos guste sea por verdadera preocupación y no por el simple placer de molestarse. Nunca me ha gustado, ni con los tíos, ni con los primos, ni con mis padres ni contigo. Han pasado tantos años y no he logrado aprender a lidiar con eso; reir no funcionó, responder no funcionó, hablar de lo que siento no funcionó, lo único que pude hacer fue aguantarme y llorar hasta que todos se durmieran.

Quiero que entiendas mi punto de vista: somos adultas y el tiempo sigue su camino, llegará un punto en que solo nos tengamos a nosotras mismas. Quiero una hermana adulta en la cual pueda confiar y contarle mis problemas, sin miedo a que se burle o me chantajeé con contarlo a alguien más. He pasado momentos importantes en mi vida en los que me hubiera gustado tener una hermana que más allá de burlarse, me brindara su cariño por sentirme diferente, por sentirme triste, por sentir que ya nada tenía sentido. Odiaría sentirme en la necesidad de evitar consciente o inconscientemente todo aquello que me provoca esa sensación de tristeza, soledad y desesperanza desde hace ya tantos años.

Quiero una familia feliz, no quiero un ¡HASTA AQUÍ!

Miedos, mieditos y miedotes

miércoles, agosto 20, 2014

Voy a confesarles algo:
Desde siempre los perros me han dado miedo. Bastaba con acercarme a uno pequeño para gritar histericamente y salir llorando del lugar. Algunas personas intentaron calmarme con palabras de aliento -según ellos- como el clásico "los perros huelen tu miedo". ¿A quién se le ocurre decirle eso a una niña? A partir de ese momento les temía más que nunca, pues pensaba que podían atacarme ante mi incapacidad de reprimir el miedo que les tenía. Cuando crecí, mis "amigos" trataban de ayudarme a superarlo acercándome a perros realmente grandes, mansos pero grandes. Hasta la fecha no se si realmente lo hicieron por ayudar o solo por que les daba risa mirarme muerta del miedo. Bastó que la gente me dejara en paz para acercarme lentamente a los perros, primero los cachorros, luego a los más viejos pero cariñosos. Actualmente, los perros grandes me asustan, los medianos me incomodan y adoro a los pequeños, pero ya no salgo llorando ni grito como loca, salvo en las ocasiones que la gente no logra comprender mi situación y me obliga a enfrentarme a ellos sin preparación previa en vez de cuidarme. Hoy día, mi padre aun dice "chingadamadre contigo" cuando paso junto a uno que me atemorice y le pido su ayuda, pues obviamente me la niega.
Ese miedote ahora es solo un miedo.

Cuando era pequeña, me gustaba mucho jugar con el fuego; quemaba papelitos en el patio de la casa, encendía velas y jugaba con la cera o simplemente me quedaba mirando la flama. Tendría diez años cuando me llegó la trágica noticia de que mi padrino y uno de sus hijos, ese que tenía la misma edad que yo, habían fallecido en un accidente. Un incendio. ¿Y de que forma explicarle eso a una niña? "Es que explotó el boiler". Así fue como durante muchos años viví temerosa del fuego. Ya con el tiempo me enteré que el detonante habían sido los vapores de una garrafa de gasolina que estaban vertiendo muy, muy cerca del aparato. A causa de tal desinformación, no se encender cerillos, prefiero las estufas eléctricas y los encendedores largos, jamás en la vida he encendido un boiler. Para desgracia mía, mi mente era tan activa que durante muchos años, solo me imaginaba esa trágica y dolorosa muerte a causa del fuego, así que decidía simplemente alejarme de él, ya que las quemaduras duelen. Desde los 12 años en adelante, mi madre trataba de enseñarme a cocinar, le explicaba que el fuego me daba miedo y ella solo hacía algo similar a lo de mis amigos con los perros: empujarme frente a un sarten con aceite y regañarme por no ser capaz de freír un huevo. Bastó que en la casa me dejaran en paz para ir descubriendo que si podía cocinar, hasta puedo freír papas y sushi. Aun queda camino por recorrer, pero sé que con paciencia y a mi ritmo podré superarlo.
Ese miedote se volvió un miedito.

A los seis años, jugaba mucho a ser mamá, con el clásico suéter bajo la blusa, leía libros que tenía a la mano y hablaban sobre el tema y todo el asunto del embarazo se me hacía algo bonito. Crecí y comencé a ver películas, las tías -y posteriormente primas, amigas, etc.- hablaban frente a mí de lo doloroso que había sido el simple proceso de dar a luz. Claro, después de eso me daba miedo quedar embarazada, pero mi estilo de vida no me permitía preocuparme mucho de eso. Ahora voy a casarme. Con un hombre. Nadie me deja en paz con el tema de convertirme en madre.

Una vieja amiga

domingo, abril 13, 2014

Hace un par de años, no encontraba escapatoria y el futuro se tornaba tenebroso, por lo que quise encontrarme con alguien. Infructuoso el plan, descubro que no queda más remedio que seguir adelante. Con el pasar del tiempo pude olvidar aquello que me llevó a ese intento de cita, pero recordándolo como una actitud bastante tonta de mi parte.

Desde hace unos cuantos meses, sucede que en ocasiones despierto con el corazón latiendo con tanta fuerza casi a salirme del pecho, con los pelos de punta y miedo por que he recordado a esa vieja amiga que inevitablemente miraré de frente. Me recuerda su existencia, como si quisiera impedir mi felicidad sumiéndome en la incertidumbre de algún día perder aquello que ni siquiera he creado.

Hoy, me he descubierto especialmente sola. O casi sola, pues esa amiga ha venido a decirme justo lo que quiero escuchar. Puedo sentirla cerca, desde lo más profundo de mi adolorido corazón, aprovechándose de esos momentos en que el día se nubla un poco para cerrarme las cortinas y dejarme en la oscuridad. Me tumbo pesadamente en la cama, cierro los ojos y puedo escuchar su tono tan maternal:

"No puedes engañarme, yo se que estás cansada. Haces tanto y al final no logras nada, ni lo que esperas de ti, ni lo que esperan de ti"
"Olvida tus problemas, te prometo que una vez conmigo jamás volverás a estar sola"
"Todo será más fácil, yo me preocuparé por tu futuro"
"Te espero en lo que piensas como llegar a mí"
"Mejor vamos a un bar esta noche, verás que nuestro encuentro parecerá casualidad"

Ha llegado a convencerme, quiero verla, quiero estar con ella, relajarme de una buena vez. Además lo que  yo quiero no puedo obtenerlo de aquí así que... ¿qué más da?

Por que al final de cuentas, nadie quiere estar con una lúgubre mujer que consume de los demás más energía de la que irradia.

*-*-*-*-*-*-*

No estoy segura si he logrado reponerme del todo de este sentimiento, pero a la vez me preocupa que cada vez, con el menor percance, hacerlo se vuelva tentador. Al menos escribir sobre ello me ha dado un poco de calma, para el que le interese.

Ensoñaciones

lunes, abril 08, 2013

Contemplé de frente el lugar vacío de la cama en que dormitaba inquietamente hacía un par de minutos, con el frío llenando mi ser a causa de pasar descalza tantas vueltas en la casa. Aún seguía algo perturbada y perdida, tratando de ubicarme en espacio y tiempo. Y la penumbra de la luna en la habitación no me ayudaba en mucho.

Rendida, decidí sentarme y ocupar el espacio que ya había olvidado mi calor. Fue entonces cuando mi acompañante notó la ausencia de mi cuerpo en esa cama compartida. Escuché su voz, mas grave y suave por el sueño interrumpido pero siempre dulce:

-¿Sucede algo?
-Nada, tuve una pesadilla- respondí al momento para cortar su preocupación.

Me abracé a su espalda en un intento de encontrar la realidad, sin embargo, hasta no sentir su aroma con mi rostro escondido en su cuello, pude completar la oración: "soñé que aún no te conocía":

Sobre bondades y otras tonterías

martes, abril 02, 2013

Esta tarde he sentido el peso de un insulto al grado de querer llorar. Mis primas me han dicho que soy buena.

Me ha dolido, y no tanto por la forma como lo dijeron, o el almohadazo que me avientan en la cara por no ser directa y cruel, sino por que desde hace tiempo, guardo esa idea de que ser bueno es malo.

Todos sabemos que en este mundo se aprovechan del bondadoso, de aquella persona de la que en vez de destruir al que le hizo mal, solo busca alejarse y seguir con su vida; de la que no piensa en aprovecharse de los hombres ni jugar con los sentimientos de las personas. Oh si, esa es la gente más estúpida.

Las veo en contraparte a mi, tan conocidas por la gente, con un gran grupo que tiene lealtad a ellas, inteligentes, seguras, siendo el centro de atención de muchos... no puedo evitar preguntarme ¿yo debería también ser mala? ¿debería jugar con la gente? ¿volverme despiadada con elegancia para que nadie note mis manos manchadas?

Parte de ese comportamiento está en mi interior, no lo puedo negar, aunque nada es más glorioso que ver a la gente que te hizo daño hacerse daño ellos mismos.

 
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